Será en Aldover, un pueblo del Baix Ebre que nunca es noticia a los medios por ninguna aportación ilustre a la universalidad, sino por un Ayuntamiento que avergüenza a la mayoría de sus habitantes para dar, como siempre, el pistoletazo de salida al calendario de ruta del sadismo organizado.
Esta nueva temporada de linchamientos postpandémica se prevé tranquila e impune para los taurinos, que saben que el Parlamento y el Gobierno está lleno de miedosos que no se comprometerán a defender el sentido de una ILP que, desde la Coordinadora per l’Abolició dels Correbous de Catalunya (CAC), mantenemos pausada pero vigente.
Durante las temporadas anteriores, -y con ésta ya van nueve-, los miembros de la CAC hemos ido registrando las vulneraciones al reglamento en todos los municipios donde se organizan correbous, y gracias a la debida discreción que nos caracteriza, hemos podido conocer de cerca a los enemigos directos de los animales, aquellos miembros de los sectores políticos, económicos y asociativos que promueven la violencia y el crimen organizado contra toros, vacas y terneros.
